The Case of Charles Dexter Ward concitó intereses inesperados y, aún así, no fue capaz de concluir con éxito su campaña de Kickstarter. Sugerido en la Gamescom de Colonia como Ashes to Ashes, Dust to Flesh, por el momento la dosis de horror cósmico queda congelada, pero no es lo único que aguarda en el frío: Agustín Cordes y su equipo tuvieron más suerte en el micromecenazgo con Asylum, que lleva desde 2009 amenazando con un terror que no termina de llegar.

El Instituto Hanwell de Salud Mental es un lugar escabroso cuyos muros encierran dolor, desesperación y odio. Volver allí después de tantos años significa romper un juramento, pero el lugar tiene que estar relacionado con los desvanecimientos y las cada vez más complejas alucinaciones que de nuevo ponen en peligro tu cordura. La institución no ha ido a mejor: el deterioro ha hecho mella en aquellos pasillos pavorosos e interminables. Qué horribles atrocidades han visto esas paredes ahora ruinosas. Qué verdad, qué presencia oscura y maligna albergan en lo profundo, allí donde has de adentrarte si quieres encontrar la paz.

Cordes no quiere ser más concreto sobre la trama, por aquello de mantener una sorpresa que aún debe durar. Con no pocas dificultades, él y Pablo Forsolloza, grafista principal de Asylum, pudieron visitar un psiquiátrico de internamiento real y comprobar de primera mano cómo se trabaja hoy en día en un centro de esta clase. Una experiencia decisiva para la ambientación de un juego que se apoyará mucho en la escenografía, según ha ido desgranando en nuestros encuentros de los tres últimos años, en los que hemos visto evolucionar con paso lento el proyecto. El rigor ha sido una de las causas de que el desarrollo se esté dilatando tanto. Hanwell, con más de cien estancias, todas distintas, recrea un manicomio de diseño Kirkbride, un médico americano del siglo diecinueve que durante casi toda su carrera sirvió como director de instituciones de esta clase. Su tratado sobre hospitales frenopáticos pormenoriza sus teorías sobre la importancia de los propios edificios como parte activa del tratamiento de la locura, de donde surge la figura icónica del manicomio de pesadilla.

El protagonista de Asylum, al que pone voz Josh Mandel (diseñador para Sierra de aventuras como Space Quest VI o Freddy Pharkas), se verá afectado por las distintas habitaciones del enorme edificio de tres plantas, algo clave para el desarrollo de la historia, en palabras de Cordes. Para evitar la sensación de estatismo de Scratches, los escenarios estarán habitados y la información no se dosificará tanto a base de documentos. Su aproximación al terror se inspira en la afición del autor por Lovecraft: quiere apelar a la imaginación del jugador con una tensión que sobrecoja desde lo sutil. Sonaba menos manido hace unos años, pero si la atmósfera es la apropiada, y el equipo argentino se muestra convencido de ello, no parece mayor problema.

La otra causa para los sucesivos retrasos ha sido precisamente la cuestión de la atmósfera. El motor original del juego, programado por Cordes y de uso libre desde hace tiempo, no permitía los efectos de iluminación y partículas sin los que faltaba detalle. Han tenido que portarlo todo a Unity, con el que además han podido introducir mejoras en una interfaz que intentan que sea totalmente transparente, lo más inmersiva posible, sin inventario, que se sustituye por un cuaderno de notas, ni menús en pantalla. Hay un teaser interactivo de la versión previa que da una idea de las intenciones de Senscape.

Lo que sí tiene muy claro Cordes es su filosofía de diseño: cada puzle tiene que tener una razón de ser muy concreta, estar integrado con la historia de modo que su resolución revele algo importante. La premisa básica del buen diseño de aventuras. Será en 2015, ya en firme, cuando Asylum conteste a las cuestiones que ha venido abriendo desde hace quizá demasiado tiempo.

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