Dos polícias rebeldes
Título: Sam and Max: Hit the Road (1993)
Desarrolladora: LucasArts
Distribuidora: Erbe Software
Lanzamiento: 1993
Especificaciones (mínimo recomendado): MS-DOS 3.1/Windows bajo ScummVM - Sistema 386 - 2 MB. de EMS - Tarjeta gráfica VGA - Unidad de CD - Tarjeta de sonido compatible con SoundBlaster
# Publicado el por Paco García
Introducción
Si Lucas tiene un juego que sobrepasa el límite de la cordura ya de por sí bastante alargado por sus anteriores producciones, es sin duda "Sam & Max, Hit The Road".
Basado en el cómic y los personajes de Steve Purcell, la aventura que ahora nos ocupa se sale del standard de humor blanco que la compañía había consolidado para, en este titulo, dar una muestra de que también sabe dejar un sano sabor ácido en sus producciones, fiel en todo momento al espíritu del concepto de Purcell.
Sin embargo, tanto nihilismo humorístico quita protagonismo a la propia aventura, digamos que tanta mala leche no llega a cuajar...
Argumento
Sam y Max son un perro y un conejo, que se dedican a combatir al crimen con uñas y dientes sin importarles lo más mínimo el concepto de mesura humano (para algo son animales). Mientras que Sam (el perro) representa la cordura que todo buen detective debe demostrar, Max (el conejo) es un psicópata sin escrúpulos adicto a la violencia gratuita, que se esconde bajo una inocente apariencia y que se burla de todo y todos, incluso de su inseparable colega canino.
Los dos forman una inefable patrulla de policías freelance que resuelven los más inverosímiles casos convirtiéndose en héroes eventuales de cuando en cuando. Un día llega a su despacho una petición de ayuda de un carnaval regentado por dos hermanos siameses: Al parecer su principal atracción, un yeti congelado, a huído dejandoles en una muy comprometida situación. Será a partir de ese momento en el que los dos policías se pongan manos a la obra en un caso que trasciende más allá de lo aparente, involucrándose en un peligroso "arrebú" de estupidez, country, surrealismo y ecología.
Comentario
Muchos son los que adoran a Sam and Max y de nuevo califican a esta aventura de Lucas Arts como acierto indiscutible de la compañía y como clásico instantáneo. Es posible que tengan razón, pero no voy a ser yo quien se la dé. Sam and Max entra dentro de la dinámica de juegos de Lucas que a mi juicio no terminan de cuajar por uno u otro motivo, como pueden ser The Dig, Last Cruzade o Curse of Monkey Island. No lo considero un fracaso, ni muchísimo menos, Sam and Max es una aventura virtuosa, pero podía haberlo sido más.
Como era habitual en esta época la luminosa Lucas Arts, hizo de nuevo participe a su "piña de hacer aventuras" (tristemente disuelta en estos días) de un nuevo proyecto de aventura basado en los personajes del cómic de Steve Purcell, viejo conocido de la compañía y principal valedor, si cabe por encima de Sean Clark y Mike Stemmle, de la aventura.
De nuevo se dieron cita los grandes nombres que muy poco tiempo antes habían trabajado en el espléndido Day of the Tentacle, donde la artillería pesada de Lucas se había dado a conocer casi por completo. Y digo casi, porque si DOTT ya parecía un autentico portento gráfico, en Sam and Max este aspecto se ve, si cabe mejorado. No en vano tenía en su plantilla de grafistas a mi bienamado Peter Chan (LeChuck's Revenge, Day Of the Tentacle, Full Throttle, Grim Fandango...) a Larry Ahern y por supuesto a Purcell.
Las animaciones son maravillosas, no se escatima a la hora de dar movimiento a los dos carismáticos personajillos, así como a los secundarios llegando al punto que la intro es un micrometraje de animación, al más puro estilo de tira cómica. No desmerecen un ápice: digamos que en Sam and Max se derrochan localizaciones y escenarios, sobra material gráfico, hay scrolls por todas partes (ya quisiera Shadow of the Comet) e incluso hay escenarios que están ahí por el mero hecho de propiciar el chiste o el gag. Además, para Sam and Max se usó un sistema de corte similar al sistema de iconos del SCI de Sierra que daba lugar a un mayor campo de visión en la pantalla y permitía admirar aún mejor el buen trabajo gráfico que tanto se había mimado en el juego.
Precisamente, este interfaz fue usado posteriormente por Clark en su siguiente producción, The Dig, en la que prescindió de su inseparable Stemmle para el diseño. Este tándem Clark-Stemmle es el último reducto de la vieja Lucas Arts y actualmente es el futuro inmediato de las aventuras de la compañía pues los dos andan involucrados en diversos proyectos. Es precisamente este dueto el que orquestó la enorme avalancha de gags, chistes y gracietas varias que tan prolíficamente se dejan ver en Sam and Max. Y es que, a pesar de ser la supuesta última esperanza de la aventura "made by lucas" Clark-Stemmle no han destacado precisamente por hacer buenas aventuras, entendiendo esto de buenas por el diseño de las mismas.
Y me explico: apartando a la mediocre Escape from Monkey Island, Sam and Max no es una aventura bien diseñada. Y es que Stemmle y Clark se han roto tanto la cabeza ideando chistes graciosos ( desde luego no se les ha dado nada mal) y gags divertidos que se han olvidado por completo que para hacer una aventura en condiciones hacen falta buenos puzzles y buena historia. Sam and Max parte de una historia sin el gancho habitual del sello, no por descabellada, que es lo que se pretende, sino sin gancho en el sentido de encadenamiento. Las acciones no están bien hiladas, ocurren cosas que se salen de la dinámica del juego y hay momentos espeluznantemente surrealistas fruto del anarquismo creativo de Clark y Stemmle que por algún extraño motivo, verían gracioso este tipo de situaciones.
Los puzzles, como la historia son inconexos, en el principio, nos vemos sin saber porque ni porque no, buscando mechones de pelo del yeti perdido por yoda Norteamérica, para después descubrir que sirven para un extraño ritual que nos dará el paradero de Bruno y su novia Trixie. Todo esto en una extensión bastante considerable, que se nos va descubriendo poco a poco (cuanto se echa de menos un mapeado extenso y explorable como el de Monkey Island 2) lo que hace a la aventura lenta (he mencionado lo de los escenarios de relleno) y bastante tediosa en algunos aspectos. En definitiva, Sam and Max divierte, con tantos chirigotas malintencionadas y con una mala leche inusitada en el humor blanco como la nieve de Lucas, lo difícil sería no divertirse, pero no entretiene, porque la aventura cansa y en ocasiones desorienta, no tanto como en otras pero al fin y al cabo es un defecto bastante feo.
En lo referente al sonido, Sam and Max tiene la impecable factura marca de la casa: una música muy apropiada, con un tema principal digno de los más verdes laureles, y algunos de lo más pegadizo fruto todo ello de la experta mano de Michael Land y Peter McConnell además del portentoso ingenio musical de Clint Bajakian. La versión Talkie del juego tiene que ser una autentica pasada, los que han jugado a la versión diskettes, entre los cuales me hallo, solo han podido disfrutar de las voces de la introducción, perdiéndonos por ejemplo, el temazo que se marca el malvado Conroy Bumpus en Bumpusville, con el que nos tuvimos conformar con leerlo...
Para concluir, hace falta reseñar que tal vez se haya dado una mala impresión del juego a lo largo del comentario, nada más lejos: Sam and Max es un juego divertido, te reirás jugándolo pero de ahí a afirmar que es la mejor de las aventuras de Lucas...
Conclusión
Sam and Max podía haber sido mucho más de lo que fue. Se les fue la mano con los chascarrillos y se dejó para luego el tema del diseño, lo cual hace desmerecer mucho a una aventura que podía hacerse colocado entre el podio de las grandes de haber estado mejor hilada, diseñada y estructurada.
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